Para mejorar la calidad de la educación, las autoridades de turno consideraron que la fórmula para lograr este fin, era contratar para los colegios del Estado, solo a los profesores que hubieran terminado su carrera profesional en el tercio superior.
Yo pregunto:
- ¿Cómo puede ser esto posible en un país, en que todos los títulos profesionales se dan a nombre de la Nación?
- ¿Es que la Nación ha dado títulos a dos tercios de maestros que no están calificados para ejercer en los colegios nacionales?
- ¿En este contexto, que valor tienen los títulos a nombre de la Nación?
- ¿Acaso el Ministerio de Educación pretendía, que los profesores que no estuvieran calificados para ejercer en la educación pública, ejercieran en la educación privada, o que sencillamente no ejercieran su profesión?
- ¿La Nación revocará los títulos que emitió a los profesores que no terminaron su carrera en el tercio superior?
- ¿El Ministerio de Educación puede asegurar, que el maestro que pertenece al tercio superior de un Instituto Pedagógico de bajo nivel académico, y que todos sabemos existen bastantes, es más calificado que un profesor que no pertenece al tercio superior, pero que se formó en una universidad de prestigio y logró su título a nombre de la Nación?
- ¿No es verdad que esto, daría pie a que en Azángaro se fabriquen certificados del tercio?
- Con el famoso tercio, ¿no hubiera sido mayor el riesgo de establecer la mediocridad en la educación estatal?
Felizmente, los presidentes regionales y los especialistas en educación, se han hecho escuchar, y el famoso tercio no va más, pero que lamentable es que se haya perdido tanto tiempo en este desatino, y la verdadera capacitación de los profesores sigue esperando, y las mejoras en la calidad de la educación, siguen esperando.